Los vínculos entre la agricultura, la economía y la sociedad siguen siendo muy estrechos, sobre todo en el Paraguay, cuya matriz productiva se encuentra sostenida por los cultivos agrícolas y sus respectivas cadenas.
Por lo general, cuando la agricultura tiene un buen desempeño, esto se traslada también al punto de vista económico y se dinamizan otros sectores como el comercio y los servicios, mientras que cuando una sequía afecta la producción agrícola, toda la economía nacional es impactada negativamente.
La historia revela que la economía y la sociedad paraguayas se han vinculado desde siempre con la agricultura, prácticamente desde la llegada de los españoles en el siglo XVI. En este sentido, diferentes productos agrícolas han liderado las exportaciones, posibilitando el ingreso de divisas en diferentes periodos históricos.
A principios del siglo XX, por ejemplo, el tabaco y el algodón no solo eran los cultivos más importantes, sino también los rubros de exportación que permitían incrementar la integración de Paraguay a la economía regional y mundial. Al no generarse otras fuentes de ingresos, como el desarrollo industrial por sustitución de importaciones, la economía paraguaya mantuvo un perfil eminentemente centrado en el sector primario.
Durante los últimos cuarenta años, en un proceso dinámico de transformación, varias modificaciones se han producido en la agricultura paraguaya tales como que la frontera agrícola fue extendida, se introdujeron nuevos cultivos, aparecieron más tecnologías y prácticas de manejo, se incorporaron maquinarias agrícolas, entre otros profundos cambios.
Estas transformaciones son a la vez causa y consecuencia del crecimiento económico paraguayo y deben ser comprendidas en el marco de cambios estructurales en la matriz productiva y social del país.
Hasta la década de 1990, cuando la población urbana se hizo más importante, la población rural ha sido mayoritaria. Sin embargo, la población rural no dejó de crecer, aunque lo hizo a un ritmo menor.
La expansión económica del país, se caracteriza por su volatibilidad ligada fundamentalmente al clima, motor de los cultivos, que determina el comportamiento del sector agrícola, el cual genera un efecto multiplicador, auspicioso o no, en todos los componentes que hacen al funcionamiento del país.
Con todo esto, el crecimiento económico que ha experimentado Paraguay en la última década se vio reflejado en un marcado dinamismo del sector agrícola, es decir, en el incremento de la productividad y competitividad de las principales cadenas.
Y en el mismo sentido, la perspectiva económica para los siguientes años se mantiene auspiciosa, considerando que las exportaciones de granos se duplicarían en el mundo en los próximos 10 años, explicado por el 70% del alza que corresponde a los granos para la alimentación animal dado el vuelco de la población china y los países emergentes al consumo masivo de proteínas cárnicas.
Por ello, la bonanza cobra aún mayor fuerza e inclina la balanza hacia la continuidad de períodos auspiciosos.
FUENTE: ABC COLOR